Para la mayoría de las personas que conocen la historia oficial y universal, el 12 de octubre de 1492 es el día en el que Cristóbal Colón “descubrió América”. Otros consideran que hubo un “encuentro de dos mundos” o un “encuentro de dos culturas”.
Realmente la primera persona que denunció en sus cartas y diarios todas las atrocidades cometidas por los “europeos civilizados” en los pueblos indios fue el fraile Bartolomé de las Casas. A partir de mediados del siglo XX, las diversas organizaciones indígenas mundiales denunciaron al 12 de octubre como el día del inicio de la invasión, genocidio y ecocidio sobre la Madre Tierra. Por su parte, el Vaticano hasta hoy en día sostiene y celebra el 12 de octubre de 1492 como el “inicio de la evangelización en el Nuevo Mundo”.
Los indios o las Indias Orientales eran la meta utópica de todos los cristianos, desde el siglo I. Los teólogos y sabios opinaban que en el fin del Oriente se situaba el auténtico paraíso de Adán y Eva. Las Indias Orientales eran para los cristianos realidad y mito, eran la región de las especies, del oro, de la plata, de las perlas y de las piedras preciosas.
En la cosmovisión o la utopía del mundo cristiano católico, a lo largo de los siglos X – XVIII, la palabra y la acción de la “invasión” se antepone siempre al término y la acción de “descubrimiento”, cuando un territorio estaba ocupado por pueblos y riquezas que no correspondían a las características de los europeos que creían ser los únicos portadores de la “verdad absoluta”. Ellos descubrieron América, la civilizaron según sus propias reglas y ganaron todo.
Ahora, solamente queda preguntarnos, ¿qué pasaría con los pueblos americanos si los europeos no los hubieron “descubierto”? ¿No vivirían más tranquilos, felices y libres? |